jueves, 31 de mayo de 2007

“PARA MÍ LA CÁRCEL ES COMO EL CIELO”

A. P. diplomada en Educación Social

Su experiencia en la cárcel le ha marcado, durante el curso 2003-2005 llevó a cabo un proyecto, en el centro penitenciario de Burgos. Alicia de 23 años, diplomada en Educación Social supo desde que entró a la cárcel que quería trabajar allí.

¿Por qué eligió la cárcel para realizar las prácticas?

Porque es el sitio donde puedes ver más casos, tienes drogadictos, violadores… mayor área de actuación en un sólo sitio, también por la experiencia.

¿Cuál fue su primera impresión al entrar en la cárcel?

De miedo… jejeje, porque es una cárcel de tíos y puesto que no te conocen pues todos van a por ti… pero luego bien. Son muy respetuosos, mucho más que la gente de la calle. Siempre te tratan de usted, no me sentí para nada intimidada. En el caso de que alguno se pasara, todos los demás se le echaban encima. El tabú de la calle es el que manda en la sociedad, se piensa que todos son unos asesinos y malos, pero tienes que ver la situación de cada uno.

¿Qué pensaba de la cárcel antes de entrar?

Pues lo que hemos visto en la tele: lo típico de las rejas, que van todos con el uniforme, que son todos muy peligrosos, que todos te quieren matar, te quieren robar o te quieren hacer algo, que los presos no hacen nada, que van con los tatuajes… pero no. Es fruto de lo que vemos en la tele, todo el mundo piensa eso. Si no has tenido alguna experiencia con la cárcel ni conoces a alguien que haya estado, pues sólo piensas eso, que es un sitio horrible.

¿Piensa que el funcionamiento de la cárcel es bueno?

No… para nada… creo que faltan muchísimas actividades. Tienen algunas… pero creo que faltan bastantes. También pienso que deberían abrirse más a la sociedad, o sea, que entre más gente, que les lleven más actividades, que salgan a la calle siempre que estén en tercer grado o no supongan un peligro. La gente aún les sigue mirando mal. Los presos saldrán a la calle y es imposible que les den un trabajo. Falta muchísimo personal, psicólogos, abogados… además de instalaciones

¿El número de funcionarios es el suficiente?

Si, creo que la proporción es de dos presos por funcionario, en cuanto a carceleros, porque refiriéndonos a psicólogos, trabajadores sociales… es insuficiente. Respecto a vigilancia, pienso que tienen toda la del mundo.

¿Qué actitud encontró en los presos?

Muy receptivos, se involucraron en mi taller, muchos por aburrimiento, pero en general aceptan muy bien que entre gente de la calle para ponerse en contacto con ellos, están muy agradecidos. Para ellos el hecho de que entre alguien de fuera sin cobrar para regalarles su tiempo lo agradecen muchísimo. Ningún preso realizaba actividades de formas obligatoria, todo lo contrario.

¿Qué le ha aportado su experiencia en la cárcel?

En lo personal, ya he elegido mi profesión para el futuro, es muy gratificante, está claro que no puedes ayudar a todo el mundo, pero si consigues reeducar a uno, ya para mi es suficiente.

¿Cuáles son las actividades que llevan a cabo los presos normalmente?

Tienen talleres productivos en los que fábricas de fuera de Burgos llevan cosas y les pagan, por ejemplo: los circuitos de las neveras, piezas de coches, además de la fábrica que tienen de pinzas de tender. Nada más entrar se les sugiere que hagan algo para que el tiempo no se les pase tan lento.

¿La cárcel esta masificada?

Si, muchísimo. Cuando estuve había 500 personas aproximadamente, el doble para lo que está pensada, pero como la de Burgos todas… En habitaciones ideadas para dos, conviven cuatro y esto les impide tener un mínimo de intimidad.

¿Cree en la reeducación de los presos y en qué su reinserción funciona?

En algunos casos si y en otros no… Por ejemplo, en el caso de los violadores, no creo que se reinserten ni se reeduquen. Todos los informes que me he leído de violadores demuestran que han recaído. En el resto de los delitos sí, pero eso depende de la voluntad de ellos, no del sistema.

¿Cómo definirías una cárcel?

Pues… desde luego no como sale en la tele. No es un nido de asesinos… es que yo tampoco podría ser objetiva porque para mí la cárcel es como el cielo, es donde quiero trabajar. Yo la definiría en el sentido de la reeducación y de la reinserción.

martes, 29 de mayo de 2007

UNA CÁRCEL CON HISTORIA

En la época medieval la Puerta de la Muralla de la cuidad, el Arco de San Gil y la Torre de Santa María fueron utilizadas como instalaciones carcelarias. La Cárcel Real de la Ilustración situada en el paseo del Espolón tuvo una vida efímera para dar paso al Monasterio de San Juan que sirvió como Prisión Correccional o Presidio Nacional hasta los años 30 del siglo pasado.
El centro cultural Francisco Salinas que inicialmente albergaba la Alhóndiga Municipal, donde se almacenaba el trigo para abastecer la ciudad, en 1953 pasó a ser una cárcel mixta, entonces no albergaba más de ochenta o cien presos, pero con el comienzo de la Guerra Civil acogió un promedio diario de hasta mil reclusos. El 30 de junio de 1971 fue clausurado, los presos que albergaba pasaron a formar parte del nuevo penal.
La Prisión Central, más conocida como “el penal”, se inauguró el 31 de julio de 1932. El recinto ocupa una extensión de 176.803 metros cuadrados además de 30 héctareas destinadas a la construcción de una granja agropecuaria y a pastos de cultivo. Estas instalaciones están situadas a las afueras de la ciudad, en dirección Villalonquéjar, a cinco kilómetros del centro.


MUCHOS PARA MUY POCO

El centro penitenciario se construyó para albergar a 267 presos, aunque tiene una ocupación real media de 595 presos. Durante la Guerra Civil y la posguerra acogió un gran número de internos, llegó hasta alojar entre 2800 y 3000 presos, un número once veces superior para el que inicialmente estaba diseñado. Por ello se construyeron barracones, se habilitaron zonas para alojar a los presos en las escaleras y entorno al patio central. Esta masificación condujo al caos, a epidemias y hambre. Si la vida en la cárcel es dura de por sí, es conmovedor pensar como pudo ser la estancia de los presos durante esta época.
Cualquier tipo de clasificación en estas condiciones era imposible. El primer grado, es decir, la primera mitad de la condena que cumplen los presos, caracterizada por su dureza y el aislamiento en la celda, se suspendió provisionalmente por falta de celdas. Los presos convivían en grandes habitaciones, dónde se concentraban un excesivo número de presos.
A estas condiciones se añadió la escasa producción de alimentos durante la Guerra. Esto fue debido a las malas condiciones climatológicas que no favorecían el cultivo, la reducción de espacios destinados al cultivo, la ocultación de alimentos en el mercado negro e incluso por la mala organización del Estado que no favoreció nada la situación. Como consecuencia, la alimentación de los presos fue estrictamente escasa, sólo optaban a una dieta mejorada aquellos que realizaban trabajos duros. En los días que habitualmente se suministraba ternera para comer, se sustituyó por aceite y chorizo. En esta situación, los presos se robaban el pan unos a otros. Las visitas de los familiares eran una de las únicas fuente extra de ingresos de alimentos, por ello estaban permitidas. La situación fuera de la cárcel tampoco no era muy diferente aunque se hacia un esfuerzo por aportar algo.
El agua, en 1938, escaseo a causa de la sequía que se produjo en el verano, por lo que la limpieza y la higiene personal se vieron fuertemente afectadas, propiciando una situación insalubre. En estas circunstancias, las enfermedades causaban grandes estragos entre los presos. La tuberculosis pulmonar y avitaminosis fueron las más usuales, los presos estaban bajos de defensa por la escasa alimentación y esto les llevaba a múltiples contagios.
Además de estas situaciones de miseria, hambre y hacinamiento no hay que olvidar la reeducación moral, religiosa y adoctrinamiento político de los presos que se llevaban acabo en el penal. La Falange se encargaba de la formación política, entre las actividades que realizaban se encuentran las conferencias de adoctrinamiento, formaciones paramilitares y cantos de himnos patrióticos. La educación cultural corría a cargo del maestro oficial de la prisión, se basaba en el programa de educación primaria del régimen, pero adaptado a los presos. Uno de los ejes de la enseñanza era la historia como medio para cultivar el patriotismo, además de los cantos populares y de himnos patrióticos. La asistencia era obligatoria con el fin de que todos los presos alcanzasen el nivel mínimo de escolarización. La instrucción religiosa, a cargo de capellán, intentaba inculcar en los presos unos principios religiosos básicos. Mediante la participación obligatoria en las ceremonias religiosas pretendían que ateos y descreídos abandonaran sus creencias para adoptar las propias del nuevo Estado. Cualquier actividad que se realizara, como la inauguración de la escuela y biblioteca, eran buen motivo para acompañarlo de un acto religioso al que se invitaban las máximas autoridades religiosas de la diócesis.
La disciplina y el militarismo de los presos era una de las características principales de la cárcel. Los desfiles que se llevaban a cabo y la banda de música eran señales del ambiente militar que se vivía. Cualquier comportamiento antipatriótico, en contra de la iglesia o fuera de las normas y la disciplina eran motivo suficiente para que se aplicaran sanciones a los presos. Las más duras eran 30 días de trabajos de limpieza, castigos de aislamiento en las celdas o una semana a pan y agua, extremas medidas teniendo en cuenta la situación física y psicológica de los presos.

Por las instalaciones penitenciarias pasaron personalidades vinculadas a la ciudad por determinadas circunstancias. Para algunos la cárcel fue una experiencia fugaz, pero para otros, fue la cárcel la que determinó el desenlace y fin de sus vidas.

ANTONIO JOSE MARTÍNEZ PALACIOS
Músico burgalés nacido en 1902, fue victima de la atormentada época que le tocó vivir. Manifestó públicamente en diversas ocasiones su simpatía por la República, hecho que no tardó en volverse contra él. El día 6 de agosto fue detenido en su casa por un grupo de falangistas y trasladado al penal. La acusación anónima de un mediocre músico lo llevó a un trágico final. Mantuvo la esperanza en sus amigos, pero el 8 de octubre fue fusilado.

MANUEL MACHADO
Escritor y poeta, hermano de Antonio Machado. Como cada año, junto a su esposa se trasladaban a Burgos para visitar una hermana de su esposa. La mala suerte lo condujo a perder el último tren que partía hacia Madrid y tuvieron que permanecer en la ciudad. Días más tarde en el despacho del director de El Castellano, fue detenido por unas declaraciones atribuidas a él que se publicaron en ABC, por las que ingresó en la prisión el 29 de septiembre de 1936. Machado pudo contestar a esas declaraciones y aclarar la situación, por lo que el día 1 de octubre abandonó la cárcel.

PERFIL DEL INTERNO ACTUAL
La cárcel actualmente no tiene nada que ver con lo que fue de los presos políticos, de guerra… han pasado a ser presos penados por delitos o que esperan a un juicio. Cuenta con 552 internos, todos ellos hombres, (datos ACAIP 2005) de los cuales 68 se encuentran en prisión preventiva y 484 están penados por cometer algún delito. Del total de presos el 63% han estado en la cárcel con anterioridad, el tercer índice más alto de las cárceles de Castilla y León. La edad media de los presos es de 25 a 30 años, con un bajo nivel educativo, por ello la asistencia a la escuela de los analfabetos totales es obligatoria, cinco horas al día durante el periodo lectivo hasta que se alcance el nivel de secundaría.
Además de la escuela, el centro cuenta con una serie de actividades culturales como una sala de cine, un taller de prensa, en el que confeccionan una revista, charlas informativas, a las que acude gente de fuera para informarles de temas que interesan a los presos y un taller ocupacional en el que realizan manualidades como mimbre, cuero, pintura… por su gran de manda, el taller tiene horario de mañana y tarde. Cuentan con instalaciones deportivas de las que pueden hacer uso cuando lo deseen.
A parte de la formación y del tiempo para el ocio, el centro incluye en su programa tratamientos sanitarios y terapéuticos dirigidos a los presos que se encuentran en situación de riesgo. Es el caso de de los toxicómanos, enfermos de SIDA, internos con enfermedades contagiosas o enfermos mentales. Estos tratamientos se realizan por la salud del preso y por la de los compañeros, se les aísla, cuando es necesario se les proporciona toda la ayuda que necesitan.

VIÑETA DE HUMOR







FUNCIONARIOS DE PRISIONES: LA REALIDAD

De la realidad de las cárceles se conoce muy poco, muchas personas sólo tienen una percepción de lo que se muestra en la televisión. La visión es errónea si la comparamos con las prisiones españolas. Pero de los funcionarios de las prisiones, conocemos aún menos y de su situación laboral seguro que nada.
Estudios realizados por ACAIP, Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias, muestran que el número de presos de las cárceles españolas en los últimos años se ha multiplicado por 10 frente a las incorporaciones de funcionarios. Trabajar con una masificación de presos que supera en 19.518 las plazas las que existen en las cárceles, supone una carga excesiva de trabajo a la que se le debe buscar una solución urgente, al igual que pasa con el problema del sistema sanitario público… por una oreja me entra, por la otra… ni sale.
El día a día de los trabajadores en los centros penitenciarios provoca un importante desgaste. Por un lado, el deterioro físico que se acumula con los años, ya que el sistema de turnos y condiciones de trabajo son muy duras. Por otro, el desgaste psicológico de los funcionarios, cuyo trabajo se basa en las relaciones humanas con la población retenida en un recinto cerrado que genera tensiones continuamente.
El 60% de los trabajadores sufren stress y fatiga mental, el 42% angustia, ansiedad y alteraciones del sueño, el 25% tiene miedo a enfrentarse al trabajo, el 37% reconoce que el trabajo perjudica sus relaciones sociofamiliares como se recoge en el estudio “Informe de Condiciones de Trabajo en los Centros Penitenciarios y propuesta de actuación”.
Estos trastornos psíquicos de los funcionarios han ido a parar al síndrome del trabajador quemado o “burn out”. Procede de un estado de estrés permanente transformado en algo crónico, debido a la responsabilidad con la que los funcionarios se enfrentan a su puesto de trabajo. Este síndrome es común en las personas que imponen los intereses profesionales sobre los personales, para ellos lo más importante es el trabajo. Entregarse demasiado al trabajo es tan perjudicial como no hacerlo. Llevarse los problemas del trabajo a casa, no disfrutar del tiempo de ocio… son características usuales de los trabajadores que tienen en su labor tratar con personas y tienen alguna responsabilidad sobre éstas.
Reeducar a una persona y conducirla por “el buen camino”, si es que existe, es la labor de estos trabajadores. La mayoría de los presos proceden de los grupos conflictivos de la sociedad y “eso” de la reeducación es tarea difícil. Para empezar hay que creer en ella y en los medios para conseguirla, también hay que tener en cuenta que depende de cada caso, algunas veces será posible y otras no. Pero se tendrá que luchar por aquellos casos en que se puede conseguir.